lunes, 24 de febrero de 2014



Quiza esta sea una situación corriente, en la que todos nos podemos imaginar dentro de esta escena. Cada uno de nosotros, sin embargo, estaría percibiendo unos estímulos diferentes que le harían sentir el lugar de maneras muy distintas. Si por ejemplo me encuentro en un lugar en el que suena mi canción favorita para mí sería una escena para no olvidad, pero por el contrario para otra persona sería un lugar más que típico. Hay cosas que nos marcan y yo quiero hablar de que es para mí el contexto elegido.

Me sitúo en la ciudad de Madrid, un día cualquiera a una hora cualquiera. Por un lado tenemos el aspecto físico, aquellos objetos que los puedo percibir por el sentido de la vista. Son los edificios, los pavimentos, el arbolado, el mobiliario urbano,… Me hacen sentir de un modo especial. Son cosas que no se repetirían en otro lugar. La percepción visual que tengo del lugar es algo importante. Los edificios cambian de escala, las calles no siguen una reticula ortogonal, me pierdo, me encuentro… Reconozco donde estoy por esa tienda que no me gusta. Me situó y continuo. La vista es algo importante.  El recorrido que hago en ese momento parca la percepción del lugar. En ocasiones son las farolas las que me hacen ver lo que sucede. Todos los objetos son importantes aquí.

Activemos el sentido del oído. Oímos alboroto de coches en marcha, cuchicheo de personas, alguien gritando en la calle reclamando a la sociedad, perros ladrando, el semáforo pitando, el autobús abriendo sus puertas,… Todos son importantes en conjunto. Podríamos reconocer una sociedad completa y activa. Gente de todo tipo, yendo y viniendo.  Coches ,motos, andando, corriendo, de compras o hacia el trabajo, un estudiante que va a clase, un ocupa que va a comprar el pan… Escuchas de todo y esto es algo que no podrás escuchar en otro lugar.

Sobre el tacto…  El suelo que piso es rugoso, en ocasiones me quedo pegada debido a la huella que ha dejado otro hombre o animal. Es duro. En verano arde y en invierno enfría. El suelo me lleva por unos caminos precisos. El asfalto me obliga a no caminar sobre él y el pavimento me llama. Pisar el asfalto cuando no sé qué no debería produce una segregación de adrenalina fuera de lo normal.

Para mí la ciudad sabe a lo que saben sus restaurantes y huele a lo que huelen sus habitantes, sus desperdicios y sus tiendas.  En alicante podría hacer una descripción de muchos de ellos, pero en Madrid me pierdo. Esto es síntoma, una vez más de diversidad.

Según Heidegger “La frontera no es aquello en lo que termina algo, sino, como sabían ya los griegos, aquello a partir de donde algo comienza a ser lo que es (comienza su esencia) […] De este modo cercanía y lejanía entre hombres y cosas puedes convertirse en meros alejamientos, en distancias del espacio intermedio.”

En un acercamiento más directo y menos sensorial encontraríamos diferentes agentes interviniendo. Por un lado el horario de trabajo y responsabilidades sociales:  trabajo, y por consiguiente  economía, familia y amigos,… Depende de la sociedad, del resto de personas que conviven con ella;  Sus recorridos por la ciudad ; el clima…

Intervienen en mi proyecto todos estos agentes de los que estoy hablando. La idea de frontera me sirve para delimitar lo que quiero que sea mi casa. No busco una ruptura con todos los agentes externos, sino involucrarlos en mi casa. 

1 comentario:

  1. Igual te sirve de inspiración este trabajo de Los vacíos urbanos para derivar un poquito por Madrid:
    http://losvaciosurbanos.blogspot.com.es/2014/01/los-paseos-invisibles-rutas-y-derivas.html

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