lunes, 10 de febrero de 2014

Vuelta a la esencia

    Estamos viviendo un cambio de era que estudiaremos cuando ya estemos concienciados. Las máquinas están en nuestro día a día y sin ellas no podemos concebir nuestra vida. 

    Hace poco discutía con algunos amigos la necesidad de que los profesionales de la enseñanza realicen esa tarea por vocación y no por tener asegurado un puesto de trabajo (que ahora mismo ni siquiera tiene esa condición) realizando unos trabajos que no les motivan ni les gustan. De ellos depende un porcentaje del futuro del niño y no son conscientes. 
Esta misma teoría podríamos sacarla del ejemplo y generalizarla. En la actualidad muchas personas se encuentran desenvolviendo un trabajo que le asegura un sueldo al mes con el que poder vivir y disfrutar de su tiempo libre, pero que sin embargo no es aquello que más felices les hace. Separan por completo el trabajo que realizan con su vida fuera de él. Muchos tienen en boca el famoso "cuando me toque la lotería..." que tanto les gusta y les hace soñar. Se encuentran cansados, aburridos y sueñan con dedicarse a lo que realmente les gusta. Su vida teórica (aquello que quieren ser) se encuentra separado de su vida práctica (lo que están siendo).  Aparece la máquina como posible candidato para realizar las tareas que al parecer nadie quiere. También son posibles métodos de distracción y de absorción; la televisión como abstracción total de tu presente, el móvil como candidato a hablar a quien quieras cuando quieras,...

    A lo largo de la historia hemos sufrido abundantes crisis y actualmente estamos viviendo una de ellas. En el pasado cada persona desenvolvía el trabajo que mejor sabía hacer y que otros no podían. Esto le daba la posibilidad de mejorar sus vidas recibiendo bienes, materiales o no, a cambio. El llamado trueque fue la primera forma de comercio y por lo tanto el origen de la economía. Aquí cada persona realizaba aquello que les hacia feliz y a su ver les hacia vivir. Eran realmente lo que tenían que ser.

    Es posible que esta crisis que nos rodea sea debida a la separación de estos aspectos. Si nos paramos a pensar es posible que la crisis de la arquitectura, debida a la burbuja inmobiliaria, se relacione con esto. Se construyeron muchas viviendas con el fin de que todas las personas que se encontraban detrás consiguieran el máximo beneficio. Es un claro ejemplo de separación entre teoría y práctica. Se optó por la construcción sin control (práctica) dejando de lado el sentido de esa construcción (teoría).
En los ejemplos de vidas que vimos el primer día en clase observamos otras formas de esta crisis de la sociedad en la que vivimos. Estamos viviendo un cambio en el concepto de empleo. Debemos buscar aquello que realmente nos haga felices para poder vivir de ello sin anhelar un "más allá" ficticio. Hacer de nuestro trabajo nuestro día a día. 

    Podemos observar en el comportamiento de un niño cómo no entiende el futuro. Para ellos es algo que puede nunca pase. Necesitan jugar YA porque no existe nada después. Vivir el día de mañana es algo que conocemos por repetición, estamos acostumbrados a que pase, pero es cierto que puede llegar el día en el que "el día de mañana" no exista. La esencia de la vida se encuentra en los niños. La sociedad con sus "tienes que..." los corrompe. Ellos no separan la teoría de la practica, no conocen que eso se pueda hacer. 

    En mi ficción María es una persona que conoce el "tienes que" pertenece a este cambio de era que estamos viviendo. Quiere y anhela unir la teoría de su vida con la práctica. Pero aquello que le completa le hace no parar en "casa" durante mucho tiempo. Necesita, al igual que un niño, vivir cada momento y disfrutarlo como si no hubiera mañana. 

    Me posiciono ante una arquitectura que reúna todas las condiciones para ser vivida en su totalidad. Que sea parte de las vidas de las personas que desarrollan las tareas que más les gustan. Hablo de una sociedad "perfecta" centrándome en la persona de María. Me planteo aprender de los niños, que para mí son la esencia de lo humano. 

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